B.- LOS COMIENZOS: DEL CERRO DE LOS SANTOS A LA LEY DE 1911

La bibliografía es unánime al considerar el inicio de esta historia el 28 de junio de 1860, con el informe que Juan de Dios Aguado y Alarcón envía a la Real Academia de San Fernando, acompañado de una serie de dibujos ilustrativos del descubrimiento de 18 estatuas mutiladas y abundancia de restos arquitectónicos, mosaicos, cerámicas, una inscripción etc., en el lugar del Cerro de los Santos.


Vista general, actual,
del Cerro de los Santos.

Desde entonces, los hallazgos se multiplican hasta el punto de que el grueso de la estatuaria ibérica corresponde a descubrimientos habidos en esta etapa. A tenor de la repercusión científica en la cadencia de las esculturas: tras el Cerro de los Santos, el Llano de la Consolación (1891),(1891) esfinges de Agost (1893), grifo de Redován, esfinges de Salobral y león de Bocairente (hacia 1896), Dama de Elche (1897), relieves de Osuna al comienzo de este siglo (1903)... se podría establecer en la historiografía de la escultura mayor un antes y un después del busto de la Dama de Elche. La división, sin embargo, no puede ser tajante porque desde el punto de vista numérico y bibliográfico el Cerro de los Santos llena toda una historia no superada por ningún otro descubrimiento. Es más, el ingente número de esculturas humanas de este emblemático yacimiento empalideció el hallazgo de pequeños bronces, terracotas y escultura animal procedentes de este u otros lugares, y aunque la dama ilicitana fue un elemento decisivo en la formulación de la teoría artística de la escultura ibérica, los primeros balbuceos en el campo científico estaban ya cuajando.

Para el análisis crítico de lo acaecido contamos con una extensa bibliografía que incluye la apreciable fuente de la "historia de la historia", permitiendo adoptar una estructura más libre articulada en cinco epígrafes: 1. Los hechos; 2. Los hombres; 3. La difusión de los hallazgos; 4. Las ideas; 5. El marco jurídico e institucional.


Bicha de Balazote



1. LOS HECHOS

Aunque los hechos son harto conocidos se impone un somero recordatorio de los mismos, vertebrados a tal fin en tres puntos: a) el coleccionismo; b) los problemas de autenticidad; c) las excavaciones.


a) El coleccionismo.

Es la mayor lacra, fomentada por intelectuales, eruditos, alta burguesía e incluso por las instituciones. Si en la etapa anterior privaba atesorar inscripciones y monedas, en los decenios finales del s.XIX entra la fiebre de coleccionar estatuas.

El detonante es el Cerro de los Santos. Tras la indiferencia oficial y el escaso eco científico, en 1871 concurre una casuistica triple: la avidez del funesto Juan Vicente y Amat; la difusión del descubrimiento en la Memoria de los Padres Escolapios de Yecla; la compra de las estatuas por el Museo Arqueológico Nacional.

Lejos de cualquier control la rapiña hizo presa de la escultura de Yecla/Montealegre. El negocio de las antigüedades auténticas y falsas, procedentes del Cerro, adquiridas en Yecla, Montealegre, Almansa y de no se sabe dónde atrae a todo tipo de compradores. Entre 1871 y 1885, Vicente y Amat es el vendedor más reputado y el MAN uno de los mejores clientes. En este tráfico entran en liza A. Engel y P. Paris, comisionados por el gobierno francés; desde 1891 recorren Levante y Andalucía a la caza y acoso de antigüedades. Su mayor triunfo es la compra, por 4000 francos, de la Dama de Elche; una vez cerrado el trato por P. Paris (18 de agosto de 1897) la "Carmen de España" será la joya del Louvre. Esculturas del LLano de la Consolación, esfinges de Agost y Salobral, el grifo de Redován y otras muchas piezas también pasaron a Francia, y tal era el poder del dinero que cuando Rodríguez de Berlanga escribe sobre uno de los relieves prerromanos de Osuna, Engel negocia su compra para el Louvre y monopoliza las excavaciones tras adquirir los terrenos .


Esfinge de Agost

b) Autenticidad "versus" falsedad.

En este apartado han de considerarse dos cuestiones: a) la autenticidad de la escultura ibérica puesta en duda por los investigadores franceses; b) Juan Vicente y Amat como falsario.

Con el doble propósito de exhibir novedades y captar comentarios científicos, moldes y piezas reales (torpemente seleccionadas con falsificaciones incluidas) formaron parte de los lotes enviados a las Exposiciones Universales de Viena (1873) y París (1878). El veredicto de Longperier, conservador del Louvre, fue tajante: las esculturas del Cerro de los Santos eran falsas. La cuestión es un "bis" de Altamira (hasta interviene, con distinto papel, el prehistoriador Emilio Cartailhac). Todo presupone, pese al error español, que más que el rigor científico se imponía la prepotencia del chauvinismo francés y la animadversión hacia España.

Afortunadamente, León Heuzey, en 1888, contempla las esculturas del Cerro en nuestro Museo Nacional. Su atinado juicio sobre estilo y cronología es una especie de "mea culpa" convertido en bandera defensora de la autenticidad. El descubrimiento de la Dama de Elche, en circunstancias ajenas a toda sospecha y en clima abonado, ratificará, en el plano internacional, la existencia de la más singular "civilización" del occidente europeo: la cultura ibérica.

El coleccionismo de los siglos XVIII y XIX fue campo trillado para las falsificaciones y la escultura ibérica fue una fácil presa. El toque de alarma parte de las inscripciones grabadas en la estatuaria del Cerro. El escolapio Tomás Saez ("Las antigüedades del Cerro de los Santos". RABM, 8, 1873, 317-319) denuncia errores de procedencia en los registros del MAN. La llamada cayó en el vacío, pero el epigrafista M. Rodríguez de Barlanga habla sin remilgos de falsedades en 1881 (Los bronces de Lacusta, Bonanza y Aljustrel, Málaga) y el investigador alemán E. Hübner, reticente desde la Exposición de Viena, se pronuncia abiertamente sobre la existencia de fraudes en La Arqueología en España (Barcelona, 1888).

Engel por su parte, tras muchas indagaciones, señala directamente a Juan Vicente y Amat como falsario y hace lo imposible por descubrir una verdad que nunca se ha aclarado. El infatigable Ramón Mélida lidió en la contienda con minuciosa objetividad (RABM, 1903-1905) intentando deslindar lo auténtico y lo falso, pero con excesivo comedimiento sobre las actuaciones del Museo, sin que lleguemos a entender por qué no existió por parte de los arqueólogos españoles una voluntad firme de desentrañar el enredo mientras el inculpado gozaba de vida y salud. Aunque sobre el "affaire" Amat han corrido ríos de tinta no se ha despejado la incógnita a cerca de si le movió únicamente la codicia o fue víctima a su vez de otro u otros que han permanecido en el anonimato. La realidad, sin coincidencia en el expurgo, es la presencia de piezas falsas desde la primera compra del Museo y la manipulación de algunas obras genuinas .


c) Las Excavaciones.

Muchos de los hallazgos (especialmente bronces y escultura zoomorfa de piedra) son fortuitos. Las referencias, con especial énfasis en la plástica "mayor" pueden hallarse, hasta la fecha de edición (1903), en la documentada obra de P. París (Essai). Obviamente no existió un plan sistemático de intervenciones y las excavaciones practicadas en aquellos años son un apéndice de la actividad coleccionista porque contexto y estratigrafía apenas traspasan el nivel de infraponer lo ibérico a las ruinas romanas.

En el Cerro de los Santos, después de la zanja abierta por Amat (a mi juicio es erróneo considerar el hecho como primera excavación) se realizaron tres campañas :

- La primera, a finales de 1870, con anuencia del propietario Marqués de Valparaíso, está en manos del administrador de la finca. La colaboración del Padre Lasalde (junto a los PP. M. Gómez y T. Sáez del Colegio de los Escolapios de Yecla) fue decisiva en los planteamientos, modélicos para la época. El trabajo se complementó con la prospección del entorno, indagando sobre restos reutilizados y recogiendo información verbal. Además Lasalde consultó directamente el Archivo del Conde de Montealegre a la búsqueda de noticias más antiguas.

De esta excavación procede la conocida Gran Dama Oferente(adquirida por Vives), con indicación del lugar del hallazgo, así como la identificación del templo y una serie de dependencias anexas junto a esculturas humanas y animales en piedra, exvotos de bronce (numerosos los que representan bóvidos), cerámicas e incluso armas. La información histórica era prioritaria para los religiosos y así se desprende de las dos primeras publicaciones aparecidas con escaso intervalo de tiempo a comienzos de 1871: Memoria sobre las notables excavaciones hechas en el Cerro de los Santos publicadas por los PP. Escolapios de Yecla, Madrid (obra colectiva de 71 páginas, fundamentales para comprender las circunstancias de los primeros hallazgos) y "Primeros pobladores de España" firmada por C. Laxalde (sic) en La Ilustración de Madrid, núm. 29 y 30 .


Dama Oferente del
Cerro de los Santos.

- La segunda (1872), a instancias del MAN y previo acuerdo de condiciones con el Marqués de Valparaíso, fue supervisada por el Facultativo P. Savirón. La finalidad, la recogida de materiales, aunque con resultados poco halagüeños. Savirón publicó esta campaña, ilustrada con dibujo del sitio, planta del templo y buen número de láminas, en una serie de artículos titulados "Noticia de varias excavaciones del Cerro de los Santos" (RABM, 1875, nº 8, 10, 12, 14 y 15).

- El acopio de escultura, una vez más, incita a las instituciones oficiales y en 1878 la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Albacete realiza excavaciones y exhuma, entre otros materiales, un busto fragmentado y acéfalo con una magnífica inscripción (el conjunto engrosará posteriormente los fondos del Museo provincial).

- Finalmente, en 1891, A. Engel, comisionado por Francia comprueba personalmente el Cerro y verifica las referencias. Demuele el dique de contención de riadas, recupera los fragmentos reutilizados y recoge cuantos restos de estatuas aparecen a lo largo de dos kilómetros, expandidos por las aguas. El objetivo, en principio, es científico, pero la escultura, aunque sea en fragmentos es el acicate añadido ("Rapports sur une mission archeologique en Espagne (1891)" en Nouvelles Archives des Missions Scientifiques et litteraires, 1892, 111-219).

En el cercano lugar del LLano de la Consolación en el mismo término de Montealegre del Castillo, donde a decir de los campesinos las piedras se recogían "como si fueran patatas", Ismael Pastor, médico de Novelda, Pascual Serrano, maestro de Bonete y el cura José González en diferentes "dúos" practican excavaciones en 1891, 1892 y 1893. El motivo partía del afán por conocer la historia local, pero no existieron escrúpulos para vender los hallazgos (restos arquitectónicos y zoomorfos y dama sedente).

Los investigadores franceses vuelven a escena: Engel en 1891 anduvo 3 días de rebuscas, abandonadas por mal tiempo y P. París junto a Serrano insiste en excavaciones (1899), reemprendidas años después (1914) en colaboración con Julián Zuazo. Fruto de los trabajos de Serrano es la publicación " La plaine de la Consolation et la ville ibèrique d'Ello" (Bullletin Hispanique, Revue des Studes Anciennes, Burdeos, vol. I, 1899)

El descubrimiento casual de un busto femenino en la Alcudia de Elche en 1897 brinda nuevas oportunidades. En represalia por la compra de la Dama el permiso estuvo vetado a Engel y Paris, aunque este último hizo algunas incursiones en 1898 ( hallazgo del torso de un guerrero) y al cambiar el terreno de propietario se autoriza la excavación de 1905, dirigida por Albertini ("Fouilles d'Elche", Bulletin Hispanique, 1906 y 1907). Los trabajos se abandonaron ante la convicción de que estaba agotado el yacimiento y revueltos los niveles. Pese a testimoniar por primera vez la existencia de una cerámica pintada con temática humana, la novedad no colmó las espectativas de los representantes de Francia.

En Osuna (Sevilla), J. Figueroa y A. Martín hallaron una cabeza de toro en rebuscas de 1874; los hallazgos se sucedieron en 1902, momento en que interviene Engel adquiriendo el terreno. En colaboración con Paris excavan intensamente durante 1903, exhumando materiales arquitectónicos ibéricos (moldura, cornisa, capiteles, frisos con relieves...) reutilizados en la fortificación romana o entre ruinas infrapuestas a los niveles romanos ("Une forteresse ibérique à Osuna. (Fouilles de 1903), Nouvelles Archives des Missions scientiphiques et litteraires, XIII, 1906)

Otras excavaciones también proporcionaron esculturas, pero los hechos son más accidentales (p.e. dama sedente y esfinge en Villaricos: L. Siret, "Villaricos y Herrerías", Bol.de la R. A. de la Historia, XIV, 1906) y reiteran episodios semejantes.

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