Rosario Lucas Pellicer
Universidad Autónoma de Madrid.
REIb. 1, 1994, 15-42
a. El coleccionismo ilustrado
b. La historia local basada en las fuentes escritas
c. La nobleza ilustrada
.
1. LOS HECHOS
a. El coleccionismo
b. Autenticidad "versus" falsedad
c. Las Excavaciones2. LOS HOMBRES
3. LA DIFUSION CIENTIFICA Y LA DIVULGACION
4. LAS IDEAS
5. MARCO JURIDICO E INSTITUCIONAL
.
Resumen
Al preámbulo del coleccionismo de figurillas de bronce, sigue
una etapa pionera en la que se reconoce una escultura
auténticamente ibérica. La historia se inicia con el
descubrimiento del Cerro de los Santos (1860) y
está estructurada en cinco apartados: los hechos, los hombres,
la difusión de los hallazgos, las ideas y el marco
jurídico/institucional, a la búsqueda de las razones que
explican el ambiente español y el protagonismo de los
investigadores extranjeros. La normativa legal (Ley 7/7/1911) y
el talante de arqueólogos como José Ramón Mélida representan
el futuro.
Summary
The preamble of collecting small bronze statues is followed by
the pioneer period in which authentic iberic sculptures can be
recognised. The history begins with the discovery of the "Cerro
de los Santos" (1860) and it is structured in five
main points: facts, men, difussion of the discoveries, ideas and
legal/institutional framework towards the reasons that may
explain Spanish circumstances and foreing research protagonism.
The future is represented within the legal situation (Law
7/7/1911) and by the willingness of the archeologist José Ramón
Mélida.
La estructura analítica de este artículo va a tener en
cuenta la cronología, pero más que el desarrollo temporal
interesa calar en los hombres, las ideas y las circunstancias.
Por tal razón creo oportuno dedicar un preámbulo a una parte de
los siglos XVIII/XIX y cargar el énfasis en la fecundidad de los
auténticos comienzos -los casi cincuenta años trascurridos
desde el descubrimiento del Cerro de los Santos
hasta la puesta en marcha de la Ley de 1.911-, un tiempo crucial
en que abren brecha los pioneros de la investigación,
amalgamando la atracción hacia la obra de arte y los
conocimientos aportados por una pléyade de arqueólogos
extranjeros que aceleraran el proceso de la arqueología
española, encauzada a comienzos del XX por una ley reguladora
del desorden y de los abusos generados por el cúmulo de
adversidades históricas.
En este acontecer, el excesivo peso del valor estético de la escultura de piedra ha sido un oneroso lastre y ha empalidecido durante años hallazgos que comparten la expresión artística, considerados "obras menores", como la toreútica, la coroplastia, la cerámica, amén de otros muchos aspectos componentes del mismo contexto de la escultura ibérica.
Desde el punto de vista de nuestro concepto de patrimonio cultural, el "caso" de la imaginería de piedra gravita en un fondo "negro", manchado por los tintes del coleccionismo y el abuso de la compra/venta. Como contrapartida ha de valorarse positivamente la aceptación sin reservas de una cultura específicamente ibérica, el acuerdo unánime de instrumentar y regular las antigüedades y el hecho de que el espíritu crítico de los investigadores extranjeros, fascinados por los descubrimientos españoles, influyera en el viraje epistemológico aunque, forzoso es decirlo, la óptica estética y la analogía han funcionado durante años como paradigma de la investigación en la escultura ibérica.
Esta centuria está dominada por el interés y búsqueda de epígrafes y monedas. En cuanto a escultura se refiere son meros balbuceos. Bajo el ropaje romántico del coleccionismo y el amor por el pasado, el espíritu ilustrado de una burguesía media y aristocrática es el contrapunto de un mal secular: la ignorancia y la barbarie.
a) El
coleccionismo ilustrado
El Rvdo. Miguel Pérez Pastor, autor de la obra Disertaciones sobre el dios Endovélico (Madrid, 1760), menciona un conjunto de 300 figuritas de bronce "halladas en Vilches", ilustradas por sendas figuras de guerrero y dama con velo. Por la impronta de los rasgos artísticos se identifican con otras tantas imágenes de "divinidades egipcias". Sin ninguna duda se trata de exvotos ibéricos y su procedencia obvia es la cueva/santuario de Castellar de Santisteban (Jaén).
El canónigo de Cartagena D. Juan Lozano, notable ilustrado e historiador de Jumilla, en la obra Bastetania y Contestania del Reyno de Murcia (1794) hace mención de esculturas de bronce aparecidas en distintos lugares de Murcia, descritas e ilustradas más ampliamente en Historia antigua y moderna de Jumilla (Murcia, 1800), junto a un cúmulo de referencias arqueológicas en especial sobre Barranco Ancho y las excavaciones llevadas acabo en Jumilla en 1779. La alusión a Apis remite a la identificación religiosa egipcia, pero también hace alarde del conocimiento grecorromano al calificar de Marte a un guerrero pertrechado con falcata.
c) La
nobleza ilustrada
Los trabajos del primer arqueólogo de campo del país valenciano, Pío Valcarcel, Príncipe de Saboya y Moura y Conde de Lumiares, docto en numismatica y epigrafía, se enmarcan dentro del romanticismo orientado hacia las antigüedades, tan atractivas para la aristocracia y alta burguesía borbónica. Descubrió un león, un jinete y una escultura femenina sedente, en Vizcarra cerca de Elche (hoy en paradero desconocido). Junto a sus propios dibujos y con la catalogación de medievales, comunicó el hallazgo a la Academia de la Historia en el Informe Antigüedades e inscripciones de Aragón, Valencia, Murcia y Navarra, fechado en 1803.
d) La
barbarie
Si la pequeña escultura de bronce se presta al atesoramiento fácil y a la curiosidad, mayor atracción podría haber despertado la estatuaria de piedra y sin embargo cuando en 1830 desaparece el bosque que cubría el montículo del Cerro de los Santos (Entre Yecla -Murcia- y Montealegre -Albacete-, cerca del Monte Arabí) y las lluvias y la erosión pusieron al descubierto innumerables estatuas y restos arqueológicos, la piedra fue utilizada sin ningún miramiento como material de construcción y durante cuatro décadas el lugar estuvo expuesto a la incuria y el expolio. Pero esta no era la primera vez, pues, si como asegura el Padre Lasalde (1871) el nombre de Cerro de los Santos figura en la documentación de un pleito del siglo XV, el hallazgo de imágenes (santos en término popular) venía de antiguo.
Ante sucesos como éste, justificables por la incultura, las mencionadas referencias sobre piezas paganas, recogidas por la pluma de religiosos, adquieren mayor valor máxime si consideramos que un celo mal entendido de la moral católica ha llevado en no pocas ocasiones al exceso de la destrucción.
f) La
erudición
El broche final a este preámbulo es la obra Sumario de Antigüedades romanas que hay en España, del académico D. Juan Agustín Ceán Bermudez (Madrid, 1832). En la recopilación de restos romanos figuran con seguridad bastantes piezas ibéricas, reflejo del desconocimiento sobre esta cultura más allá de la moneda, la epigrafía y las fuentes textuales. En Jumilla, siguiendo a Lozano (p. 85) se citan "ídolos" de barro y plomo y sin fuentes concretas se da noticia de otros ídolos de bronce (p.37) en Aguilas ("uno algo mayor del dios Endovelico"), de una escultura de piedra que puede ser ibérica (p. 57) descrita como un "oso disforme" sobre zócalo, descubierta en el siglo XVII entre Bugarra (sic.) y Caudete , junto a urnas cinerarias, armas, alhajas de oro etc. En el conjunto de datos (entre ellos numerosos leones en el entorno de Sevilla) destaca la noticia referente a Murviedro, junto a Sagunto (p. 96): sobre la puerta de una taberna había una "antigualla", un bajorrelieve de mármol azulado y tosco con la figura de un hombre desnudo en medio de dos brutos cornudos de formas bárbaras, identificado, una vez más, con el dios Endovélico. La descripción concuerda con uno de los relieves de "despothes hippon" procedente de Sagunto.